Sonja Hamad nació en 1986 en Damasco, Siria. A pesar de que con sólo tres años se trasladó con su familia a vivir a Alemania, desde la fotografía documental Sonja ha estado explorando sus orígenes, la identidad cultural y el significado de pertenencia a través de los espacios y el retrato.
Tras finalizar sus estudios fotográficos y trabajar como asistente de otros fotógrafos, en 2013 comenzó el proyecto Jin-Jiyan-Azada: Women, Life, Freedom, en el que Hamad nos brinda una mirada poderosa y única de las unidades de combate femeninas en Kurdistán. Se trata de un proyecto fotográfico documental en el que la autora habla de Estado Islámico de la visión ideológica del mundo que les caracteriza, según la cual las mujeres son vistas como seres sin derechos ni libertad. IS aprueba las formas más directas y extremas del patriarcado, el sexismo y el feudalismo, y es esta sensación de desesperanza la que alimenta a las mujeres a luchar y a elegir tomar parte en las fuerzas guerrilleras o combatientes que luchan en las regiones montañosas del norte de Siria.
En sus representaciones de estas figuras icónicas, los medios de comunicación occidentales han captado la fluidez de la identidad femenina kurda y han agregado una variedad de ideologías y experiencias, creando un significante estático y sumativo. Hamad, através de su trabajo documental, quería lograr exactamente lo contrario: pretendía darle a la mujer kurda identidades y rostros reales. Ese fue el objetivo central y más importante de su proyecto.
Cómo fue su proceso
En primer lugar, Hamad habló con las mujeres durante un amplio periodo de tiempo antes de tomar sus retratos, porque creyó que era algo muy importante crear confianza. La honestidad y la confianza son las cosas más importantes cuando estás fotografiando en una situación como esta. Como mientras fotografía, por lo general habla muy poco, prefiere realizar antes este proceso de búsqueda de información y creación de un espacio en el que se puedan dar esos proceso de confianza y honestidad sin los que después las fotografías valdrían nada o muy poco.
Tras esta fase de conocimiento previo de las personas a las que iba a retratar consiguió llegar a un punto en el que fotografiaba con la sensación de que conocía a todas las luchadoras kurdas personalmente, todas se convirtieron en hermanas para ella.
A qué dificultades se enfrentó y cómo las superó
Hubo muchos momentos peligrosos a lo largo del proceso en los que la fotógrafa tuvo mucho miedo. Para ella fue difícil encajar esta emoción en un entorno en el que el resto de mujeres están acostumbradas y entrenadas para no sentirla.
Pasó un tiempo hasta que comprendió que era algo normal ya que ellas habían elegido deliberadamente ese camino tomando su destino en sus propias manos, por lo que eran más conscientes de que las cosas podían cambiar para ellas en cualquier momento. Son mujeres que están preparadas para todo, incluso para reservarse su última granada de mano para ellas si llega el momento. Su situación no era la misma, encontró esos límites.
Durante la producción de este proyecto fotográfico, no sólo tuvo que lidiar con el miedo, también con la profunda tristeza que produce la pérdida de personas que has conocido y han significado algo importante para ti. En su tercer viaje al norte de Iraq, supo que una de las mujeres que fotografió en su primer viaje al norte de Siria fue asesinada por IS poco después de su partida. Estos momentos son, para ella, los más difíciles.
Fotoperiodismo y Feminismo
En los países donde la igualdad de género aún no existe en la sociedad, la vida es difícil para las mujeres, ya que todavía se las maltrata, viola y mata todos los días. Por lo general, es difícil para ellas abrirse a fotógrafos o periodistas hombres. Quizás sea más fácil para ellas si una fotógrafa cuenta la historia. Además, el hecho de fotografiar desde la pertenencia al grupo, aunque sea a un nivel muy exterior o general, afecta y mucho al lenguaje visual y a como se representa el mensaje a través de las imágenes.
Statement o declaración de intenciones del proyecto
Dicen que la muerte por mano de una mujer bloquea el camino al paraíso para los mártires potenciales. A medida que más y más mujeres kurdas toman armas y se unen a la lucha contra ISIS, más yihadistas masculinos se ven obligados a considerar esta posibilidad.
Este proyecto intenta rastrear los deseos colectivos de estas luchadoras kurdas por la libertad. En el curso de mi esfuerzo, he tratado de capturar no solo los rasgos individuales de estas mujeres, sino también sus destinos compartidos. Al mismo tiempo, estas imágenes descubren una perspectiva de su entorno, especialmente la forma poética en que la cultura kurda se ve a sí misma. Finalmente, presenta una vista de Kobanî, una ciudad en Siria, que se ha convertido en una ciudad fantasma: los edificios a menudo solo existen en los recuerdos. Las paredes están hechas pedazos; los marcos de ventanas vacíos solo muestran espacios perdidos. Y, sin embargo, existe una hostilidad irregular y melancólica en medio de toda esta destrucción.
A través de este trabajo, emerge un puente entre la fotógrafa y las luchadoras. Estas mujeres abandonan sus viejos nombres cuando se unen a la lucha. En este acto de autonomía, eligen uno nuevo: «Haval», que significa algo así como «amiga».
Las mujeres representadas aquí han estado a la vanguardia de una lucha brutal y mortal contra el monstruoso ISIS. Estas mujeres arriesgan sus vidas en nombre de un país que nunca ha existido, aunque todos los kurdos conocen sus fronteras. Esta estrecha franja de una patria, el salvaje Kurdistán, una montaña y un valle de anhelo que son atacados desde todos los ángulos. Sin embargo, esta lucha no se trata solo de su supervivencia: también se trata de una existencia autodeterminada, libertad e independencia. Esta lucha por la liberación tiene una nota existencial.
